Juegos


La infancia de los niños y niñas de Jimena transcurría jugando en la calle. Había juegos para niños, otros para niñas, unos de invierno, otros de verano, de interior y exterior.

Comenzaremos por los juegos de niñas:


El ramo de flores

Se ponían las amigas en círculo, cogían un lápiz y decían:

Toma este ramo de flores
y adiós que me voy.

Y lo pasaban de una a otra, hasta que volvía a la pimera y repetía:

Toma este ramo de flores
y adiós que me voy.
Y ella contestaba: ¿A dónde te vas?


Respondía: A buscar amores que tú no me das.

Y cada vez que daba una vuelta se alargaba el juego con estas frases:

¿Y si te diera?
Quizás no me fuera
¿Qué dices?
Narices
¿Qué hablas?
Palabras
¿Qué haces?
Que me des las manos y hacemos las paces
No tengo manos, con tu boquita coges el ramo.

Cogían el ramo con la boca y se lo pasaban de una a otra. 
 
La gallina en el corral

Otro juego que hacían era jugar a la rueda, en fila una detrás de otra, haciendo gestos y cantando la siguiente canción:
“Estando la gallina en el corral, Cacaracá,
Vino el gallo y le picó, cocorocó,
la gallina dijo sí,
el gallo dijo no,
la gallina dijo así: Quiquiriquí”.

Al terminar la canción daban la vuelta y volvían a empezar.


Run Run

Este juego era parecido a la zapatilla por detrás, se sentaban en corro con los ojos cerrados y una daba vueltas mientras cantaban:
Run, run, run ¿de qué es ese ruidito que se siente por aquí?,
que de día, que de noche, no nos deja dormir.
Somos la estudiantina que venimos de estudiar,
las coplillas, las coplillas,
de la Virgen del Pilar.
Con un mantón de oro, otro de oro y plata,
que se quite, que se ponga la de la puerta Eufrasia.


Al finalizar la canción alguna tenía en su espalda un objeto y tenía que salir corriendo a pillar a la que se lo había puesto. Ésta a su vez, intentaba quitarle el sitio y ocupar su lugar.


El pájaro verde

Se cantaba la canción y se gesticulaba según decía la letra:
Estando el pájaro verde quiquiriquí puesto en la esquina
señor Joaquín, puesto en la esquina.
Esperando que salga quiquiriquí la golondrina
señor Joaquín, la golondrina.
Yo no soy golondrina quiquiriquí que soy muñeca
Señor Joaquín, que soy muñeca
que cuando voy a Misa quiquiriquí me pongo hueca
señor Joaquín, me pongo hueca.
Y si me pongo hueca quiquiriquí es porque quiero
Señor Joaquín, es porque quiero.
Porque mi tita Loles quiquiriquí tiene dinero
Señor Joaquín, tiene dinero.
Y si tiene dinero quiquiriquí que me lo enseñe
Señor Joaquín, que me lo enseñe.
Para poder comprarle quiquiriquí
un vestido verde Señor Joaquín
un vestido verde.

La Cantinerita

Las niñas se colocaban en dos filas de frente y empezaban a salir por parejas pasando por el centro, cantando la canción.
Cantinerita niña bonita si yo pudiera lograr tu amor
una semana de buena gana sin comer rancho estaría yo.
Soy la cantiñerita niña bonita del regimiento
que a todos mis soldados llevo contentos
y todos al pasar, se cuadran, me saludan y empiezan a cantar...



Donde van las mirusitas

Esta era otra canción que se hacía interpretando con gestos la letra.
¿Dónde van las mirusitas? mirusí mirusá (Bis)
Voy al campo por violetas, mirusí mirusá (Bis)
¿ Para qué son las violetas? Mirusí mirusá
(Bis)
Para hacerle una corona, mirusí mirusá
¿Para quién es la corona?
Para la Virgen del Pilar mirusí mirusá (Bis)
¿Y si la reina se entera? Mirusí mirusá
Yo la sacaré al paseo, mirusí mirusá
¿Y si el rey se entera? Mirusí mirusá
yo le haré una reverencia, mirusí mirusá.

Estando la pájara pinta

En este juego también se interpreta con gestos la letra de la canción.


Estando la pájara pinta sentadita en el verde limón,
con el pico picaba la hoja, con la hoja picaba la flor.
¡Ay mi amor! Arrodíllate pies de mi amante constante,
dame una mano, dame la otra, dame un besito para mi boca.
Daremos la media vuelta, daremos la vuelta entera,
daremos un paso atrás y haremos la reverencia.
Porque si, porque no, porque mi niña de mi corazón.


Los cordones

Se colocaban por parejas haciendo un corro y mientras se van cantando la canción se van moviendo las parejas formando un cordón.

Los cordones que tú me dabas
no eran de seda ni eran de lana.
Eres buena moza si
cuando por la calle vas
eres buena moza sí,
pero no te casarás.


El carrete

Todas las niñas se ponían en fila y se cogían de la mano, la más alta se apoya en la pared con un brazo y mientras cantan todas van pasando, sin soltarse, debajo del brazo de la que está echada en la pared como si se estuviera liando un carrete de hilo.

Este carrete tan chiquitito, no sabe hacer,
no sabe hacer los ejercicios.
pero si sabe con sus valores aprisionar, aprisionar los corazones.


La rueda de la alcachofa

Cogidas de la mano daban vueltas y se sentaban al final de la canción. Este juego es propio de los primeros años de la infancia.

A la rueda de la alcachofa
veinticinco por una hoja
a lo duro, a lo duro
que se siente mi niño de culo


Cómo planta usted las flores

Se situaban todos en corro y hacían con gestos la orden que les iba dando la canción. Por ejemplo: si decía que plantaba las flores con la mano, el niño o la niña simulaba que estaba plantado una flor y daba golpes con la mano en el suelo.

¿ Cómo planta usted las flores? A la moda, a la moda
¿Cómo planta usted las flores ?A la moda de París,
Así me gusta a mí.
Yo las planto con la mano. A la moda, a la moda
Yo las planto con las manos. A la moda de París. Así me gusta a mí.
Con los pies…
Con el codo…
Con la frente


La chacha Miringüela

Se formaba un corro cogidas de la mano y una de las niñas se quedaba en medio bailando mientras las otras daban vueltas. Cuando se decía “lairón, lairón, lairón” se ponía en frente de otra y la sacaba para que se colocara en su lugar.

La chacha Miringüela
güi, güi, güi
como es tan fina
trico, trico, trí
como es tan fina
lairón, lairón, lairón
lairón, lairón, lairón.


Se pinta los colores
güi, güi, güi
con vaselina
trico, trico, trí
con vaselina
lairón, lairón, lairón
lairón, lairón, lairón.


Y su mama le dice
güi, güi, güi
quítate eso
trico, trico, trí
quítate eso
lairón, lairón, lairón
lairón, lairón, lairón.


Que va a venir tu novio
güi, güi, güi
a darte un beso
trico, trico, trí
a darte un beso
lairón, lairón, lairón
lairón, lairón, lairón.

Mi novio ya ha venido
güi, güi, güi
ya me lo ha dado
trico, trico, trí
ya me lo ha dado
lairón, lairón, lairón
lairón, lairón, lairón.
Y me ha puesto el carrillo
güi, güi, güi
muy colorado
trico, trico, trí
muy colorado
lairón, lairón, lairón
lairón, lairón, lairón.






Había juegos que necesitaban de algún objeto para poder realizarlos. Pero no penséis que se trataba de algo costoso, sino una piedra, una teja, una pelota o una cuerda.


El colache

Lo primero que había que hacer era buscar un ripio de yeso para dibujar el colache, que consistían en un rectángulo dividido en cinco partes numeradas del uno al cinco. Cada niña tenía su trozo de teja, conocido como “tejolete”. El juego comenzaba tirando el tejolete a la casilla número uno, intentando que la piedra cayera dentro sin tocar las rayas. A “pie cojiche” (pata coja) había que llevarlo por los distintos rectángulos empujándolo hasta llegar al número cinco. Una vez allí se daba la vuelta para volver al punto de inicio y continuabas con el siguiente número y así sucesivamente hasta completar el cinco. Si sacabas el tejo fuera de los cuadros o pisabas la raya perdías el turno y cuando te volvía a tocar tenías que comenzar de nuevo. Ganaba la que primero acababa el proceso. Las más expertas o hábiles complicaban el juego haciéndolo “sin mover”, tenían que caer en la casilla justo al lado del tejo para empujarle sin hacer ningún movimiento.




La pelota

Era un objeto de juego tanto de niños como de niñas, pero lo utilizaban de manera diferente. Las niñas la echaban contra la pared y la cogían, la botaban acompañándola de palmadas y canciones pasándola debajo de las piernas. Canción de pelota:

No hay en España, leré
puente colgante, leré
más elegante, leré
que el de Bilbao, riau riau
que me lo han dicho, leré
los bilbaínos, leré
que son muy finos, leré
y muy resalaos, riau riau


Cada vez que se decía “leré” o “riau riau” había que pasársela por debajo de las piernas.


También se jugaba en grupo. Las niñas se numeraban y la que tenía la pelota la lanzaba diciendo un número, la niña que tenía ese número tenía que cogerla, si se le caía quedaba eliminada.

La comba

Para este juego se necesitaba una cuerda, que normalmente era una soga que había en la casa. Se podía jugar sola, por parejas o en grupo. El salto a la comba consistía en que uno o más participantes saltaban sobre una cuerda que se hacía girar de modo que pasaba debajo de sus pies y sobre su cabeza. Se saltaba al ritmo de canciones populares.


Canción por parejas:

Te convido
¿A qué?
A café
¿Me meto?
Métete

El juego en grupo empezaba con la barca, que consistía en que dos se ponían en los extremos de la cuerda y la balanceaban para que las niñas entraran a saltar. Se utilizaba la siguiente canción para medir el tiempo, aunque si pisabas la cuerda, tenías que salir y ponerte “a dar” (mover la cuerda).


Al pasar la barca
me dijó el barquero
las niñas bonitas
no pagan dinero.
Yo no soy bonita
ni lo quiero ser.
Al pasar la barca
uno, dos y tres.


Cuando las niñas habían aprendido a saltar a la barca, comenzaban a saltar a la comba, con canciones como esta:

Que una, que dos y que tres.
Pluma, tintero y papel,
para escribir una carta
a mi querido Manuel.
En la carta me decía:
Recuerdos para tu tía

(la canción se repetía tantas veces como se quisiera)


El juego se podía complicar saltando a la pata coja, acelerando el ritmo (dubles), girándose, agachándose.


El diabolo

Era un juguete de madera con dos semiesferas unidas por el centro, que se echaba hacia arriba con la ayuda de una cuerda sujeta con dos palos. Las niñas se juntaban en la plaza a ver quien lo echaba más alto, se ponían como mete pasar la torre de la Iglesia. No solamente tenían que lanzarlo, sino que también debían recogerlo con la cuerda y continuar con el juego.

Las chinas

Se ponían en el suelo cinco chinas y una en la mano que se lanzaba hacia arriba. Mientras estaba en el aire, tenías que ir cogiendo las del suelo y volver a recoger la que caía. El objetivo del juego era recoger todas las del suelo en el menor tiempo posible.


Venga tela

Lo jugaban los niños y los jóvenes, en muchas ocasiones, pero sobre todo las tardes de Pascua en los días del hornazo. Pueden participar muchos jugadores, pero tienen que ser un número par. Cogidas de la mano las parejas se colocan en fila y alzan los brazos formando un arco. Por debajo del arco y agachándose van pasando. Al llegar al principio se quedan las primeras y así sucesivamente, el juego puede durar hasta que se quiera. Este juego se podía empezar en la plaza y acabar en Cánava. Mientras se efectúa el movimiento se canta la canción que da ritmo.


Venga tela, venga tela, venga tela de verano,
A mí me gusta la tela por la mañana temprano.
La flor del romero romero verde
Que el romero se seca cuando florece,
ya no florece, ya ha florecido
la vergüenza de los hombres ya se ha perdido,
de las mujeres no digo nada
que se van con los hombres de madrugada.

Los juegos de niños eran distintos a los de las niñas, no cantaban, usaban más la fuerza y la habilidad manual. Entre ellos recordamos los siguientes:

El uno idem
Consistía en demostrar la habilidad atlética de los niños. A partir de una raya trazada en el suelo, mediante sorteo, se colocaba uno doblándose por la cintura, era el llamado “toro”. También mediante sorteo iban colocándose en fila los jugadores detrás de la raya trazada en el suelo e iban saltando sobre el toro. Una vez que habían saltado todos, el toro se alejaba de la raya. Así seguía distanciándose hasta que alguno cometía alguna falta o no conseguía saltarlo y pasaba a ser toro. El toro anterior pasaba a ser el último de la fila y comenzaba de nuevo el juego con las primera condiciones.

La pita

Eran dos palos hechos con unas pestugas de oliva gorda. Donde había un roal de barro hincabas uno de los palos, con el otro le dabas y saltaba, el que más alto llegaba ganaba.


El abejarrón


Era un juego de niños y jóvenes un poco bruto porque consistía en dar una guantada en una mano colocada debajo de la axila y la otra te tapabas la cara para no ver quien te golpeaba. Una vez daba la torta, los jugadores comenzaban a hacer el sonido de un abejarrón, de ahí viene el nombre del juego. Tenías que adivinar quien había sido.



Las patadas

Como su propio nombre indica, el juego consistía en dar patadas. Se hacía dos grupos con el mismo número de jugadores. Cada grupo preparaba una estrategia para dar más patadas de las que recibía. Algunos se subían a las ventanas para librarse de algunas patadas. El equipo con más estrategia solía se el vencedor. El juego terminaba cuando el grupo mas débil optaba por irse.


El cangreje o el garbanzo

Uno de los jugadores se agarraba a una ventana inclinando el cuerpo hacia abajo, a él se unían otros tres o cuatro cogidos por la cintura. El resto saltaban sobre sus espaldas tratando de llegar hasta que el primero.


Las bolas

Había varias formas de jugar a las bolas. En casi todos los juegos el objetivo era golpear las demás bolas que estaban en el suelo.

Estas bolas eran de barro y las vendían en Bailén, había de varios pesos.Después aparecieron unas bolas de cristal que se podían comprar o usar las que venían dentro de las botellas de las gaseosas, se llamaban cristalas. “Rompíamos las botellas para sacar las bolas y luego las guardábamos en una taleguilla”. Las vendían en la tienda “del artista” y la de “Bartolo el de las cuatro esquinas”. Don José “Vendebolas” las hacía de barro, las cocía y cuando se ponían blancas las pintaba y las vendía. A continuación explicamos las variantes de este juego.


El palmo

Se jugaba en cualquier escalón de la calle o en las escaleras de las casas. En el sitio donde se jugaba solía haber una serie de hendiduras o “regueras”, que terminaban en una garita (hoyo pequeño), y si no las había los niños se encargaban de hacerlas. Ellos tenían determinados sitios para jugar. Por turnos se daba un golpe con la bola en la pared del escalón para que esta se dirigiera a cualquier sitio, el siguiente tirador hacía igual, pero tratando de dirigir su bola hacía donde había ido la anterior. Si lo conseguías, el trofeo era la bola “matada”, como así se llamaba.

Cuando tiraban todos y no se había matado ninguna bola, empezaba el primero de nuevo, pero en esta ocasión ya tenía todas las bolas de los demás para hacer lo que anteriormente habían hecho con la suya. Si perdías una bola porque la mataban tenías que sacar otra nueva de tu talega. No había un número limitado de jugadores pero lo normal era entre dos y cuatro. Los había expertos y grandes profesionales, de tal forma que a veces se les decía “en ese palmo no jugamos que te lo sabes”.


El hoyo

Se jugaba en un terreno ya preparado con el hoyo dicho y además había algunas garitas pequeñas y piedras situadas a mayor o menor distancia del hoyo central. El lugar idóneo, que era como una especie de campo especializado, estaba en “El Parador”.

De la misma forma que en el palmo había varios jugadores que se rifaban quién se hacía dueño del hoyo. La rifa consistían en lanzar la bola a una distancia de unos cuatro metros aproximadamente intentando que entrara en el hoyo, el que mas cerca se quedaba era el primero y así sucesivamente. El terreno estaba preparado para que los demás plantaran sus bolas detrás de pequeñas piedras, asomando un poquito, o bien por arriba o por los laterales. El que manejaba el hoyo medía desde el filo del mismo una cuarta y la mano que disparaba la bola se colocaba a la altura del dedo pulgar de la mano que había medido la cuarta. Por turno iba empezando el del hoyo, si no le daba a ninguna bola, el siguiente podía tirarle a cualquier otra bola, bien las plantadas o la misma que disparó el del hoyo.

El juego consistía en darle tres “tites” o golpes a la misma bola, y posteriormente meter la tuya en el hoyo. Así se ganaba la prenda que solía ser la bola “matada”. Los más avezados se jugaban una “perra gorda” o alguna otra moneda de mayor calibre.


El triángulo

Se dibujaba un triángulo isósceles en el suelo y se ponían tres bolas en cada uno de los vértices. La primera tirada de cada jugador empezaba desde una raya situada a una distancia de unos cuatro metros. Si el jugador no lograba tocar con su bola ninguna de las del triángulo, venía la tirada posterior que ya se hacía de la misma forma que el disparar en el hoyo. Si conseguías sacar una bola del triángulo te quedabas con ella, pero si otro tirador le daba a la tuya o caías dentro del triángulo, perdías esa bola y el turno.


El escurrizón

Los niños, aprovechando la pendiente del pueblo, se echaban por las cuestas a modo de tobogán.



Las chapas

Era igual que el julepe, echabas las chapas hacia arriba y decías: “Yo me juego... una gorda" y apostabas a las caras o a las lises. El juego estaba prohibido porque apostaban dinero. Normalmente jugaban en Chaqueta y estaba especialmente controlado por la Guardia Civil. “Había que poner un par de vigilantes, uno mirando a Jaén y otro a Jimena, por si venían avisar y de momento disolver el grupo”.

“Se ponían las dos caras, una arriba y otra abajo, las tirabas hacia arriba y cuando caían al suelo estaba la jugada hecha”.

La trompa

Hacían un círculo grande, que se llamaba “media fanega”, donde se echaban las trompas, El juego consistía en sacar con la trompa las demás fuera del círculo. Los mayores la echaban con tanta fuerza que a veces rompían las de los más pequeños, que se iban a casa llorando porque no era tan fácil hacerse de otra.“Se cambiaban trompas por higos secos. Una buena trompa podía valer 20 higos”.


La mayoría de los niños le cambiaba el “ijón” original de la trompa por un clavo de las herraduras de los animales, que había que limarlo y centrarlo bien. Se hacía con cuidado para que no se rajara la trompa. “Si no lo hacías así hacía movimientos raros y no bailaba bien”.

Torico el escondío

Entre los jugadores se sorteaba quién hacía de toro. Este niño se tapaba los ojos y contaba por lo menos hasta veinte mientras los demás se escondían. Al terminar de contar los buscaba para pillarlos. El que llegaba al lugar de partida sin que el toro lo cogiera se salvaba. Si cogía a alguno este pasaba a ser el toro siguiente. Había una variedad, que era “torico en alto”, donde se salvaban subiéndose a un escalón. “De chicos jugaban a torico el escondío y mi hermano el más chico de los tres, cuando venía del campo me echaba cuestas y nos íbamos a jugar, y yo ¡qué risa, qué feliz!”


El cuco


“Era una de las cosas a las que más se jugaban. A quien tenía posibilidades se lo hacía el herrero de hierro”. Consistía en mover con una varilla que tenía abajo un gancho una circunferencia metálica y recorrer las calles del pueblo procurando que no se volcara. Muchos aprovechaban las asas de las cubetas y los redondeles de las cubas y tabales de las sardinas arenques para hacer su propio cuco.

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